- Título: Saga Volúmenes 1 a 9.
- Edición original: Saga #1-54 USA (Image Comics, 2012-18).
- Edición nacional más reciente: Planeta Cómic (nueve primeros volúmenes, cartoné, 2012-19).
- Argumento y guión: Brian K. Vaughan.
- Dibujo, entintado y color: Fiona Staples.
- Género: Ciencia-ficción, drama, fantasía, bélico.
«Desde el día que nací me persiguieron los hombres.
Todos intentaron hacerme daño, pero solo uno logró romperme el corazón.»
Regreso con una nueva reseña con motivo de una re-lectura «reciente». Se trata de otra obra del guionista Brian K. Vaughan. Y no es un cómic cualquiera, nada más y nada menos que Saga, su célebre creación junto a la artista Fiona Staples. La serie lanzada por Image Comics en 2.012 suponía el regreso al medio del escritor tras un periodo de trabajo exclusivo en televisión.
Aproveché que tenía un par de tomos de la edición en castellano a cargo de Planeta Cómic en la pila de lectura pendiente y volví a leer desde el inicio esta historia. Una edición, por cierto, en cómodos volúmenes en cartoné, que recogen cada uno de ellos los arcos argumentales de seis episodios en los que se divide e incluyen unos completos y didácticos prólogos firmados por José Torralba.
También ayudó el hecho de que dicha publicación ha igualado a la original americana que, en estos momentos, se encuentra en un anunciado hiato con motivo de haber alcanzado el ecuador de la historia. Nueve tomos recopilatorios, cincuenta y cuatro episodios. A un solo arco de equipararse en extensión a Y: El Último Hombre y tan solo a siete números de superarla. Este hecho ya es indicativo de la importancia que representa para sus autores.
Recuerdo haberme subido a la colección, cuando ya se habían publicado los dos primeros libros. Coincidiendo en el tiempo con mi recién estrenada paternidad. Por aquel entonces, iniciaba a encontrarme hastiado de seguir a mis mutantes favoritos en una cantidad exagerada de títulos que, salvo contadas excepciones, no me aportaban ni el interés ni la emoción de antaño.
Así que dirigí mi atención hacia lo que hacían las indies estadounidenses, en busca de nuevas aventuras. Historias hechas con el mimo especial que suelen dedicar los autores a sus propias creaciones y que, además, cuentan con el atractivo de ser contenidas, a diferencia de los interminables seriales de superhéroes. Y también cuentan con la ventaja de no encuadrarse en ningún universo de ficción compartido, ahorrándose la compleja y, en ocasiones, confusa continuidad.
Por no hablar del amplio abanico de géneros que ofrecen. Uno de los que más me atrae desde que tengo memoria es la ciencia-ficción. Este motivo, sumado a la autoría de Vaughan, el impactante arte de Staples y las buenas críticas que recibía de los medios especializados, lograron decantarme por este cómic en particular (el mismo día también me subí a Los Proyectos Manhattan, pero eso es material para otra reseña).
Suelen catalogarla como una space opera y es verdad que tiene toda la espectacularidad y la fantasía de cualquier saga – no pun intended – del género como Star Wars o Star Trek, por poner un par de ejemplos obvios. Pero eso es tan sólo el envoltorio que oculta el caramelo. Pues realmente, se trata de la historia de una familia y la lucha por mantenerla. Seguramente el principal motivo por el que me ha calado tanto.
Un relato narrado en pasado por una de sus principales protagonistas, Hazel. Hija de Alana y Marko, un par de soldados de bandos enfrentados en una guerra que dura tanto que nadie recuerda cuando estalló. Siendo el fruto de un amor entre dos razas no sólo diferentes, si no enemigas, el mero hecho de su existencia representa una anatema y los tres serán perseguidos por ambas facciones y sus respectivos aliados a lo largo y ancho de la galaxia desde el mismo día de su nacimiento.
El guionista de Cleveland vuelve a conseguir la complicidad del lector. Te atrapa desde la primera viñeta y te deja en vilo al final de cada tomo con sus legendarios cliffhangers. Una fórmula que la hermana con la anteriormente citada Y: El Último Hombre, como el abanico de emociones que provoca su lectura. Pese a ser ambas historias de ficción, transmiten un mensaje tan real como la vida misma e igual de agridulce. Pues te hará reír y te partirá el corazón a partes iguales. Tampoco faltan ni la acción desenfrenada (¿he comentado ya que transcurre en plena guerra intergaláctica?), ni la intriga palaciega o el romance en todas sus variantes.
El apartado gráfico merece un reconocimiento aparte. No había visto antes ningún trabajo de la artista canadiense por lo que me impactó doblemente cuando ví las primeras muestras. Realiza casi toda la parte gráfica, incluido el coloreado y la rotulación en la edición original. Es una excelente portadista y una gran narradora, con un estilo propio reconocible al primer vistazo.
Uno de los aspectos que, en mi inagotable ignorancia, me parecía más floja respecto al resto de su labor eran los fondos, pues me resultaban poco trabajados. Sin embargo como desgrana el mencionado Torralba en la introducción del sexto volumen, íntegramente dedicada al proceso de creación gráfico, está provocado a propósito. Al colorear digitalmente, la artista difumina expresamente los paisajes para dar más fuerza a las figuras y así concentrar la atención del lector allí donde le interesa, en la narración.
No es este el único recurso que usa Staples. Por ejemplo, al inspirarse en la fauna terrestre a la hora de crear personajes y razas alienígenas logra que éstos nos resulten extraños y familiares al mismo tiempo. Un truco que tiene su contrapartida literaria en la lengua utilizada por Vaughan para Marko y el resto de los habitantes de la luna Guirnalda, que nos resulta extrañamente familiar y no es otra que el esperanto.
Otro de los atributos que comparte con Y, es la riqueza de los personajes secundarios. Y en manos de la dupla esto les abre una infinidad de posibilidades para explotar sus inquietudes sin renunciar ni a la provocación ni a la crítica o la denuncia social. Pues igual que logran meternos en la piel de una madre o un padre primerizos y la odisea que representa el formar una familia, te inculcan lo que significa sentir el rechazo por ser diferente, pertenecer a una minoría o a un colectivo como el LGTBI. O prenden la mecha de la indignación por la falta de ética de la prensa y su manipulación a manos del poder, o te invitan a padecer el trauma causado por el maltrato físico o la adicción a las drogas o intentan representar el dolor y sufrimiento de un aborto. Todo ello sin escatimar en escenas explícitas de sexo, partos, tiroteos y mutilaciones.
A estas alturas no voy ni siquiera a intentar recomendar este cómic. Bastaría remitirse a la colección de galardones y nominaciones que ha obtenido desde el año 2.013, desde los principales premios que se otorgan en el medio, Eisner, Harvey, Joe Shuster… a los prestigiosos Hugo, dedicados exclusivamente a la fantasía y ciencia-ficción. Sí que me permito opinar que me parecería una elección perfecta para ofrecer como punto de partida a un público (adulto, por supuesto) no iniciado en el tebeo independiente estadounidense en particular o en el noveno arte en general.
Y si eres un consumidor habitual de este bendito estupefaciente en forma de libro con viñetas y por el motivo que sea aún no te has decidido a darle una oportunidad, hazlo. Es un maravilloso torrente de emociones, naves espaciales, magia, sicarios, inocencia infantil, amor, sexo, odio, venganza, acción, realeza robótica, adorables mascotas inteligentes y mucho, mucho más… Es un viaje que no te querrás perder.
O no lo leas, si lo haces, te aburrirás un montón. Mentira.